2- Hacer ejercicio físico
frecuentemente. Lo mejor es caminar alrededor de 1 hora/día entre 4-6 días por
semana para totalizar entre 18-22 días al mes. Es interesante incluir también
la práctica de algún deporte o actividad tipo Yoga o Tai-Chi.
3- Caminando según la
indicación del punto anterior, gastaremos entre 75.000 y 90.000 kilocalorías al
año. Lo que supone perder entre 8-10 kilos de grasa solamente por este
concepto. Además, mejoraremos nuestra salud a todos los niveles.
4- No canalizar la ansiedad, el estrés y el
aburrimiento hacia la comida. Si a estas tres situaciones le enseñamos el
camino de la comida para aplacarlas, se lo van a aprender de forma muy rápida y
cada vez que las sintamos comeremos sin freno.
5- Alcanzar un peso óptimo y estar pendiente de
mantenerlo. Controlar el peso frecuentemente y corregir de inmediato cualquier
desviación. Siempre bajo los consejos de un especialista en Endocrinología y
Nutrición.
6- “Un día es un día”.
Sí, siempre que no sea el “primer día” de una secuencia de varios días,
podremos otorgarnos un permiso “ilimitado” para comer lo que queramos.
7- Hidratarse
adecuadamente. Ello no significa beber agua continuamente ni calmar el apetito
a base de agua. Hay que beber para no tener sed y tener cuidado en situaciones
especiales (calor, ejercicio físico, patologías, edades tempranas y tardías,
etcétera).
8- Tener mucho cuidado
con el alcohol. Acostumbrarnos a calmar la sed con agua y “degustar” otro tipo
de bebidas, pero siempre con mucha moderación.
9- Administrar con mucho
cuidado los postres dulces. No hacer del postre la razón de la comida y
considerarlo más excepcional que habitual.
11- No tomar como
referencia lo que comen los demás, sino lo que uno necesita. Si aumentamos de
peso es porque comemos más de lo que necesitamos, aunque sea menos de lo que
comen otros.
12- Comer de todo y con
la frecuencia recomendada por las instituciones sanitarias. Planificar la
alimentación de forma semanal-quincenal. Estar pendiente de lo que se come y
preferir lo que “sea bueno” para nosotros, antes de lo que “esté bueno” y nos
guste más. Es muy probable que nuestro entorno familiar (hijos, sobre todo) se
deje influir en positivo o negativo sobre nuestra forma de alimentarnos.
13- Hay que acostumbrarse
a usar frases con uno mismo como: “Me gusta pero no debo”. “No me gusta mucho
pero debo comerlo”. “Está muy rico, pero me conformo con poco”...
14- Ser muy moderado en
las cantidades. Nuestro organismo funciona mejor cuando comemos “bien y poco”.
Está demostrado que se vive más y mejor comiendo pocas cantidades. Hay que huir
de ser “avaricioso” a la hora de comer.
15- Es muy recomendable
“comer despacio” y “masticar pausadamente” evitando “engullir” la comida.
Cambiar este concepto por el de “saborear”.
16- Hay que procurar
consumir poca sal y condimentos. Los condimentos deben ser “invitados
discretos” y no protagonistas.
17- Consumir pan en poca
cantidad. Alternar el consumo de pan blanco y pan de semillas. El pan por sí
solo no debe ser la “estrella” de la comida.
18 - Mucho de lo que
llamamos “hambre” o “necesidad” no son más que hábitos que nos perjudican y que
desaparecen si nos lo proponemos.
19- La voluntad se
“entrena” como un músculo. Mientras más la ejercemos, más fuerte es y más nos
permite hacer lo que debemos. Quien maneja ese “entrenamiento” de la voluntad y
la tiene “en forma”, hace lo que quiere.
20- Es muy recomendable
almorzar y cenar temprano y establecer un periodo de 3-4 horas antes de irse a
dormir después de la cena.
21- Tener cuidado con los
alimentos “light”. Las calorías que ahorramos con su consumo las sumamos al
ingerir más cantidad. A veces no son tan “light” y pueden no contener azúcar,
pero sí mucha grasa.
22- Ser “elegante” y
“discreto” a la hora de comer y “humilde” y “disciplinado” a la hora de seguir
una dieta. Hay que huir de la soberbia habitual del “me lo merezco”, “tengo muchos
compromisos” y “soy muy importante” como para estar pendiente de una
alimentación equilibrada.
23- No estar todo el día
pensando en lo que se va a comer, se ha comido o se está comiendo. Incluso en
viajes, vacaciones, celebraciones, fines de semana..., se puede y se debe estar
“pendiente” de lo que entra en nuestro organismo. Como hacemos con nuestra casa
o nuestro coche, evitar que entren cosas que “ensucien” nuestra salud.
24- Antiguamente salíamos
a cazar. Hoy salimos a comprar. Hay que hacerlo “invirtiendo” bien nuestro
recursos. Valorar la composición de los alimentos que se compran y no hacer una
“mala o ruinosa inversión”.
25- Una gran parte de la salud del día a
día es el gran y valiosísimo “regalo” que va escondido en una buena alimentación.
No es un sorteo, alimentándose bien, el “premio” es seguro.