Este mantiene un tabulador durante las comidas que avisa al usuario de como está realizando las mismas, si bien está comiendo con normalidad o por el contrario engulle los alimentos.
Se trata de una báscula portátil conectada a un pequeño ordenador que mide la velocidad con la que que desaparece la comida del plato. Si el usuario come demasiado rápido, el aparato se lo dice.
Con este nuevo instrumento se realizó un estudio en el que participaron 106 niños. Y fue un éxito, ya que el ensayo arrojó resultados esperanzadores. Después de un año de pruebas estos comían menos y no sólo eso, también ingerían porciones más pequeñas. Todos redujeron un 11 por ciento la velocidad con la que comían, mientras que otro grupo de niños que no utilizó la báscula aumentó en un 4 por ciento la velocidad con la que ingerían los alimentos.
Aunque no se sabe si todas las personas obesas siguen un mismo patrón a la hora de comer, el nuevo estudio demostró que todos los niños comían grandes porciones de alimento.
Los investigadores creen que comer demasiado rápido puede interferir con un sistema innato que indica al cerebro que debe dejar de comer cuando el estómago está lleno. Pero desde los primeros años de vida con las instrucciones que dan los adultos, los niños pueden anular esas señales.