"Cuando la gente se siente obligada a comer comida sana, comer esa comida les da hambre", afirmó la autora principal del estudio Ayelet Fischbach, profesora de Ciencias Conductuales y Mercadeo de la Universidad de Chicago.
"Tienen más hambre que si no hubieran comido nada, o que si hubieran comido sin pensar en lo saludable de la comida".
Los investigadores llevaron a cabo varios experimentos para explorar el impacto de las percepciones sobre el contenido de salud de los alimentos, y qué tan satisfechas hacía sentir a las personas.
En el primer experimento, los investigadores pidieron a 51 estudiantes universitarios que probaran una barra de proteína con sabor a chocolate y frambuesa. A los estudiantes se les dijo que estaban probando "una nueva barra saludable" que contenía muchas proteínas, vitaminas y fibra, o que era "una barra de chocolate muy sabrosa con un centro de chocolate y frambuesa".
Luego, cuando se les pidió que calificaran su hambre, los que comieron la barra "saludable" se calificaron como más hambrientos que los que habían comido la misma barra, pero calificada de "sabrosa", según el estudio.
A un tercer grupo de estudiantes se les pidió que examinaran las barras y que calificaran su hambre, pero no comieron ninguna barra. Sus niveles de hambre fueron más o menos los mismos que los de los estudiantes a quienes se describió la barra como "sabrosa", o sea, que comer la comida "sana" en realidad provocaba más hambre que no comer nada, afirmaron los investigadores.
Para las personas a dieta, tal vez haya un proceso de toma de decisiones similar cuando eligen una ensalada en lugar de una hamburguesa con papas fritas en un restaurante, tan sólo para ir a casa y comerse un gran postre. Comer alimentos sanos tal vez nos permita creer que progresamos hacia las metas de salud, pero nos engaña y nos hace pensar que tenemos más hambre de la que realmente tenemos, según el estudio.
"Uno de los desafíos de perder peso es que la gente tiende a compensar el éxito parcial comiendo en exceso, y terminan aumentando el mismo peso y más".
En un segundo experimento, se dio pan a 62 participantes, y se describió como bajo en grasas y nutritivo o como "sabroso, con una gruesa corteza y un suave centro".
Tras probar el pan, se ofreció a los participantes una merienda de pretzels /galletitas saladas/, que se consideraban un alimento "neutral", ni saludable como las zanahorias ni particularmente placentero, como el chocolate.
Los participantes que comieron el pan "sano" consumieron más pretzels luego que los que comieron el pan "sabroso", encontraron los investigadores, aunque los que dijeron estar vigilando su peso tendieron a comer menos pretzels que los que estaban relativamente despreocupados.
En un tercer estudio, los investigadores ofrecieron a los estudiantes la opción de una barra de proteínas de chocolate y frambuesa, o una barra de proteínas de miel y cacahuetes. Una de ellas se describía al azar como sana, y la otra como sabrosa. Cuando tuvieron la oportunidad de elegir por sí mismos si deseaban la opción sana o el placer culpable, luego no hubo diferencia en los niveles de comida entre los dos grupos.
¿El motivo? Elegir por sí mismos tal vez significó que estaban más comprometidos con comer sano.
"Cuando la gente se siente obligada a comer sano, les da más hambre y comen más. Cuando comen los mismos alimentos porque lo eligen libremente, no compensarán comiendo más", aseguró Fishbach.
Connie Diekman, directora de nutrición universitaria en la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri, dijo que el estudio muestra que fomentar la alimentación sana es mucho más complejo que simplemente decirle a la gente cuántas porciones al día de frutas y verduras deben comer.
"La percepción de que es 'sano' no cumplirá con las metas de disfrute siendo un mensaje muy potente para todos nosotros", señaló Diekman.
"Los alimentos sanos deben tener buen sabor. Desafortunadamente, la gente asume que no sabrá bien. E incluso si tiene buen sabor, sus cerebros tal vez le digan lo contrario".
Las campañas para exhortar a la pérdida de peso deben tomar en cuenta el potencial de que los mensajes sobre los alimentos sanos resulten contraproducentes.
"Simplemente decir que hay que comer sano, perder peso y hacer ejercicio no funciona a menos que los individuos estén comprometidos".
Según la Sra.Fishbach;
"Cree que la gente se puede entrenar a sí misma para resistir las tentaciones en la comida".