Esta situación incrementa los riesgos de padecer enfermedades como la diabetes y la obesidad, pero la situación se agrava cuando a la deficiencia alimentaria se le agrega el consumo de medicinas no recetadas o de supuestos adelgazantes mágicos.
De acuerdo con la publicación de la Asociación Dietética Americana - American Dietetic Association – en Estados Unidos viven más de un millón de niños en hogares en los que no existen garantías de suplir sus necesidades nutricionales.
La llamada ‘inseguridad nutricional’ puede ser causada por diversos factores como la perdida de trabajo o la simple insuficiencia de dinero.
A pesar de la existencia de programas gubernamentales que pretenden llegar a los más necesitados y suplir, por lo menos, sus necesidades básicas, son muchos los que se siguen quedando fuera de la lista de los bien nutridos, y lo más triste es que a veces pesa más la ignorancia que la pobreza.
Pero mientras llega una revolución cultural y educativa que se encargue no sólo educar sobre la importancia de alimentarse sanamente si no de llevar a la mesa de los necesitados los productos alimenticios indicados para su salud; millones de personas siguen sufriendo las consecuencias de alimentarse con lo primero que encuentran.
Más de 49 millones de personas en Estados Unidos carecen de acceso regular a una alimentación nutritiva.
Y mientras aumenta la obesidad, aumenta también la obsesión por la delgadez, lo que lleva a miles de consumidores a buscar productos adelgazantes que pueden tener terribles consecuencias para su salud.
La “urgencia” por adelgazar lleva a las personas a ingerir indiscriminadamente laxantes, diuréticos y otras peligrosas mezclas.
Ante todo, es indispensable recordar que cualquier cosa que entra por la boca tiene un efecto real en nuestro organismo, y muchas veces, ese efecto no es el que buscamos; por eso siempre que decidamos consumir cualquier medicamento, suplemento o sustancia debemos consultar con el médico.
Diuréticos, laxantes, inhibidores de apetito o quemadores de grasas, entre otros supuestos amigos de la delgadez, inducen a la eliminación forzada de líquidos y pueden generar, según el caso, deshidratación, perdida de vitaminas y minerales, ansiedad, fatiga, trastornos respiratorios y hasta infarto del miocardio.
¡Con la salud no se juega!