Esta vez, no se trata del betacaroteno vegetal, sino de su primo: el alfacaroteno. Ambos integran la familia de antioxidantes carotenoides, a la que los científicos les atribuyen la capacidad de promover la salud al contrarrestar el daño del ADN asociado con el oxígeno.
El consumo de frutas y verduras reduce el riesgo de desarrollar enfermedades como el cáncer y las cardiopatías, señaló Chaoyang Li, de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
Pero se desconoce qué sustancia induce esos efectos ni por qué mecanismo.
Para conocer mejor los méritos del olvidado alfacaroteno, el equipo de Li analizó información de más de 15.000 participantes de la 3ª edición de un estudio nacional de salud (Third National Health and Nutrition Examination Survey Follow-up Study). A todos se les habían extraído muestras de sangre al inicio del estudio; ellos habían proporcionado otra información médica y del estilo de vida.
A los 14 años del estudio, casi 4.000 participantes habían muerto. Y los participantes con más alfacaroteno en sangre al inicio del estudio, menos riesgo tenían de tener alguna enfermedad o de morir.
Por ejemplo, a diferencia de los participantes con restos de alfacaroteno en sangre, aquellos con los niveles más altos tenían hasta un 39 por ciento menos riesgo de morir.
Aun así, los autores advierten que la relación no prueba que todo el mérito sea del alfacaroteno.
El alfacaroteno, "tiene una gran cantidad de propiedades químicas superpuestas con el betacaroteno y sus mismos mecanismos de acción percibidos", agregó Howard Sesso, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, en Boston, que revisó los resultados para Reuters Health.