La educación nutricional promueve la
adquisición de hábitos alimentarios sanos para toda la vida y dota de una
“cultura nutricional” que permite a los ciudadanos tomar las decisiones
adecuadas.
La elección de alimentos y los
patrones dietéticos de los individuos se van desarrollando durante la vida
y se integran en muchos aspectos de la misma.
Hay algunas personas que pueden no
estar enteramente satisfechas con la forma en que están comiendo.
En este sentido, la investigación
muestra que aquellos que desarrollan las intenciones fuertes y estables son
más propensos a estar motivados para tomar una decisión sobre sus
intenciones. La mayoría de la gente tiene intenciones para muchos
comportamientos relacionados con la salud, pero las intenciones no son siempre
muy fuertes.
Entre estas intenciones está la de evitar el error tan común que se comete
en la elección, no tanto de los alimentos que conforman la dieta, como de
las cantidades de los mismos que se incluyen en la misma.
En el contexto nutricional y
dietético se usan muchas palabras diferentes para describir las cantidades
de alimentos y, en cierta manera, esto supone un problema para el
consumidor.
Cuando se habla de ración -que hace referencia al término inglés “serving
size”- se trata de una cantidad fija, es una cantidad estándar de medida de los alimentos (una
taza, una pieza, una onza, por ejemplo) y constituye la cantidad de un
alimento que se recomienda comer.
Algunas veces los fabricantes de
alimentos utilizan este término para describir sus productos y la
información nutricional que ofrecen se basa, además de por 100 g de porción
comestible del alimento, en estas cantidades, es decir datos sobre aquello
que contiene una de ellas (kilocalorías, lípidos, hidratos de carbono, fibra,
sodio, etc.).
Un término que a veces se confunde con el anterior es el de porción.
Porción es la cantidad que uno elige
servirse para beber o comer. Cada uno decide la cantidad.
Según la FAO es difícil establecer
las porciones, sobre todo de un país a otro, donde el tamaño de los
productos y los hábitos de alimentación pueden variar mucho.
Muchas personas leen las etiquetas de los alimentos para determinar su
valor energético o su contenido en nutrientes, pero es menos habitual
prestar atención a los tamaños reales de las raciones.
El tamaño de la ración y de la
porción para un mismo alimento puede ser distinto. Se puede comer más de
una ración a la vez, pero para evitar comer demasiado en una comida, hay
que aprender a controlar el tamaño de las porciones.
Son muchos los que tienen problemas con el control de las porciones, sufren
lo que los dietistas llaman "distorsión de la porción".
Cada uno de nosotros somos
responsables de lo que comemos, pero hay investigaciones recientes que
sugieren que las normas culturales y sociales hacen que elegir una porción
adecuada sea una tarea difícil.
- En muchos restaurantes hay una
tendencia hacia los tamaños gigantes, megabufet y porciones grandes.
- A veces se sirve a una persona
cantidad suficiente para dos y, por otro lado, los fabricantes tientan a
los consumidores con paquetes o cajas de alimentos de tamaño enorme y a
precios de rebaja.
Son muchos los investigadores e
instituciones que reconocen cómo ha cambiado el tamaño de las porciones en
las últimas décadas.
Los estudios también demuestran que
tendemos a comer en “unidades” y si una “unidad” o un paquete se consiguen
más grandes, somos más propensos a ingerir el contenido completo del
paquete o envase.
- Algunas personas utilizan una báscula de cocina para preparar su comida,
aunque muchos consideran que es una complicación.
Se sugiere aprender a visualizar los
tamaños.
- Por ejemplo, una taza de cereal es
del tamaño de su puño, una taza de ensalada verde es más o menos del tamaño
de una pelota de béisbol, 3 onzas (85 g.) de carne, pollo o pescado, son
más o menos del tamaño de un naipe.
Estar concienciados en la elección
del tamaño de porción es el primer paso para un mejor control del peso
corporal que ayudará a lograr un mejor estado nutricional y de salud.
|