Las
mujeres embarazadas deben aumentar su consumo diario de agua, pasando de los
entre 1,5 y 2 litros diarios recomendados para la población general a,
dependiendo de la etapa de gestación, entre 2,5 y 3 litros al día, según
advierte la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) que, junto con
Solán de Cabras, ha iniciado una campaña de divulgación sobre la correcta
hidratación de la mujer durante el embarazo y la lactancia.
Durante el embarazo, se producen una
serie de cambios fisiológicos que hacen que se incrementen las necesidades de
agua, entre ellos un aumento del volumen plasmático.
Aumentar
el consumo de líquidos durante el embarazo implica numerosos beneficios para la
salud.
- ayuda a mantener el líquido amniótico donde se está formando el bebé
- interviene en la prevención de infecciones urinarias y de formación de cálculos renales.
- previene también la deshidratación lógica de las gestantes que experimentan vómitos durante el embarazo
- mejora la clásica pirosis (acidez) estomacal asociada a dichos vómitos.
- ayuda a prevenir un síntoma común del embarazo; el estreñimiento.
Según explicó el Dr. Aranceta (Presidente SENC), la
literatura científica pone de manifiesto que el consumo recomendado de agua
durante el primer trimestre de embarazo es de 2,5 litros al día.
Sin
embargo, a lo largo del segundo y tercer trimestre, la cantidad debe aumentarse
y alcanzar los 3 litros diarios.
El consejo es también adaptable a la
etapa de lactancia, donde las mujeres deben de beber alrededor de 3 litros de
agua al día, algo que les resulta más fácil porque el propio organismo hace que
se incremente la sensación de sed en la madre para favorecer la ingesta
hídrica.
La razón por la que esto sucede es,
entre otras, porque el 90% de la leche materna es agua, ya que el recién nacido
precisa de más cantidad de agua en esta etapa que en otras posteriores de su
crecimiento.
“La
deshidratación repercute especialmente en las madres, aumentando el riesgo de
cefaleas, estreñimiento, pérdida de turgencia en la piel, cansancio,
alteraciones urinarias, así como una menor tolerancia al calor y una
disminución de la secreción láctea”.
Se destacó que el agua mineral es más
adecuada en los periodos de embarazo, lactancia y primera infancia, ya que es
un agua “de baja mineralización, con contenidos interesantes de calcio,
magnesio y flúor, además de bajo contenido en sodio”.