En esta entrevista, el catedrático de Nutrición
Gregorio Varelas, nos asegura entre otras cosas, que los problemas de
alimentación en España se deben a la desinformación.
-¿Qué factores han intervenido para el
cambio de dieta de los españoles? Tanto para bien como para mal...
-Han cambiado muchas cosas para bien.
Por ejemplo, la disponibilidad alimentaria para el conjunto de la población,
salvo bolsas de pobreza.
Hay suficiente variedad de productos a disposición
aunque esto no significa que la dieta sea muy variada, porque muchas veces los
jóvenes incluyen malos y pocos alimentos en su comida.
Pero es positivo que
ahora tomemos más pescado que nuestros abuelos o padres y también más frutas y
verduras, no tantas como los nutricionistas queremos, pero más que antes.
Para mal es que hay abandono de grupos
de alimentos básicos como los cereales. También el pan ha sufrido, porque
existe la percepción de que engorda. Al ser un alimento básico y barato, cuando
en España aumentó el nivel de calidad de vida, se fue abandonando su consumo y
el de las legumbres.
-¿Es decir, que cuando se tiene más
dinero se come peor?
-En muchas ocasiones es así. Siempre
digo que cuando la gente empieza a tener más dinero en el bolsillo no dice que
se va a comprar 5 kilos de acelgas o de lechugas, porque se intenta comer lo
que no ha podido.
Se inclinan más a comprar alimentos ricos en grasas, en
proteínas de origen animal. No pasa solo en España, sino que es algo mundial.
-¿Cómo se educa a las personas para que
entiendan el balance entre buena dieta y actividad física?
-En tiempos de crisis, hablar de bancos
es mal ejemplo, pero esto es como una cuenta bancaria y siempre tiene que haber
un balance.
Por un lado hay un problema en que la gente no sabe cuáles son sus
necesidades de nutrientes y ante esta falta no se puede armar una buena dieta.
También desconocemos el gasto energético diario y no está bien cuantificada la
actividad física (no el deporte) en España.
-¿Cómo se conocen estos datos?
1. El principal componente del gasto
energético lo tenemos en el metabolismo basal, que representa el 65% del total
diario de energía utilizado para hablar, para que la sangre circule, para las
necesidades básicas.
El metabolismo es el que es, no se puede
modificar.
2. También debemos conocer el gasto de
energía con ejercicio, que este lo podemos modificar.
3. El último componente por conocer es
el esfuerzo energético que realiza cada cuerpo al absorber los nutrientes de
los alimentos.
No sabemos cómo se modifican los nutrientes si hacemos un proceso
culinario u otro; o la cantidad de aditivos necesarios para conservar los
alimentos.
-Ha dicho que la obesidad en España está
empezando a alarmar. ¿Cómo detener su avance?
-Ya es alarmante. El dato está en un 30%
sumando sobrepeso y obesidad en la población infantil.
Y los principales agentes en la
prevención de la obesidad infantil son las redes de ciudades saludables. Los
programas comunitarios son los que tienen más éxito a nivel mundial. El
problema es que en España son bastante recientes y todavía no se ha podido ver
todo su impacto y recorrido.
¿Qué hace falta? Capacidad política y
liderazgo, no solo para implantar un programa sino continuarlo y evaluarlo, que
es lo que falla aquí. Empezamos muchas cosas, se dejan y nunca sabemos cuál es
el impacto.
Soy municipalista convencido, porque los
municipios tienen mayor contacto con los ciudadanos. Saben si hay mercados
tradicionales para hacer la compra o si para acceder a los servicios se va
andando o en coche.
-También hay otro tipo de políticas,
como aumentar los impuestos a productos menos saludables, según han probado
algunos países...
-Sí, pero hay un gran debate, a veces
funciona y otras no. Creo que hay que agotar todas las posibilidades en
términos de educación y formación. Si aún así se fracasa habrá que adoptar
otras medidas.
Dinamarca ha puesto políticas de tasas
sobre la mantequilla y otras cosas, pero se ha abierto un debate y no saben si
volver atrás.
-¿Hay políticas positivas?
-Claro, hay que apostar por las
subvenciones que favorezcan a los productos más saludables. Este modelo
funcionó en los países nórdicos.
Si no se consume fruta, hagamos medidas que
provoquen que se consuma más.
-Existe la creencia de que la gente no
hace la dieta mediterránea por ser muy costosa.
-Sí, es un tópico. Suelen ser más
baratos los productos ricos en energía y más costosos los que tiene más
nutrientes.
¿Qué es lo más barato?
Lo que no tiene relación con el modelo
de dieta mediterránea tradicional.
Pero ojo, la dieta mediterránea también
engorda si no se hace con moderación. Engorda igual que otras dietas y es peor
si no se realiza actividad física.
En Italia pasó, porque hacían raciones más
exageradas.
La transmisión del mensaje nutricional es muy difícil.
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