En este artículo, os resumo una interesante publicación de Angeles Carbajal, Doctora en Farmacia y Profesora Titular de Nutrición del Departamento de Nutrición, Facultad de Farmacia, Universidad Complutense de Madrid, en la que nos aclara los conceptos de la Dieta Saludable y la Nutrición Optima.
Las enfermedades crónicas
multifactoriales -cardiovasculares, hipertensión, obesidad, diabetes,
algunos tipos de cáncer, osteoporosis, etc.- son uno de los principales
problemas de salud pública en los países desarrollados y hoy sabemos sin
ninguna duda que además de los factores genéticos, ambientales y de estilo de
vida, la alimentación juega un importante
papel.
Hay un total consenso en la comunidad
científica sobre el hecho de que la elección más importante que la población
puede hacer para influir a medio y a largo plazo en su salud (aparte de dejar
de fumar, aumentar la actividad física y evitar los accidentes de tráfico) es
el consumo de una dieta saludable.
Pero, ¿qué entendemos actualmente por
dieta saludable o nutrición óptima?
El primer condicionante para que la dieta
sea nutricionalmente equilibrada es que estén presentes en ella la energía y
todos los nutrientes necesarios y en las cantidades adecuadas y suficientes
para cubrir las necesidades nutricionales de cada persona y evitar
deficiencias.
Esto se puede obtener fácilmente eligiendo
una dieta variada que incluya alimentos de diferentes grupos (cereales, frutas,
hortalizas, aceites, lácteos, carnes), pues los nutrientes se encuentran distribuidos
en los alimentos y pueden obtenerse a partir de muchas
combinaciones de los mismos.
Pero también ha de existir un adecuado
balance y moderación entre ellos.
Hoy en día, paradójicamente, el principal
problema de los países desarrollados es combatir y prevenir el desarrollo de
las llamadas enfermedades de la abundancia, consecuencia del excesivo o
desequilibrado consumo de algunos alimentos y nutrientes.
Por ello, la dieta equilibrada será
aquella que además de ser sana, nutritiva y palatable contribuya también a
prevenir las enfermedades crónicas.
Pero el hombre no sólo come para satisfacer sus Necesidades Nutricionales y por tanto para mantener su salud; también lo hace para disfrutar, por placer y de acuerdo con sus hábitos alimentarios.
Normalmente, cuando elegimos un alimento en
el mercado o en el restaurante estamos más atentos a su sabor, gusto, olor,
aspecto, a nuestro apetito o incluso al precio, que a su valor nutritivo.
Sin embargo, desde el punto de vista nutricional,
ninguno de estos factores nos asegura una buena elección.
Las dietas que mejor se adaptan a estos objetivos saludables, son aquellas
que se basan principalmente en el consumo de cereales, frutas, verduras,
hortalizas y leguminosas, utilizando con moderación los alimentos de origen
animal.
Una dieta que, en conjunto, por estar basada fundamentalmente en el consumo
de alimentos de origen vegetal pueda considerarse como una “dieta sostenible” o
respetuosa con el medio ambiente.
Y esta no es otra que la Dieta mediterránea
tradicional, que cumple todos estos objetivos.
Así, la nutrición saludable debe
plantearse como una concepción holística teniendo en cuenta todos estos
aspectos.
Recordemos que el concepto clásico de “Dieta” definido por Hipócrates
(460-377 aC) hace más de 2000 años, hacía referencia al “régimen general
de vida”
teniendo en cuenta la interacción armoniosa de la alimentación, la actividad
física, la higiene y también otros factores del estilo de vida.
Esta definición no es otra que la que actualmente
empleamos para el concepto de “nutrición óptima” para conseguir un óptimo
estado de salud y máxima longevidad y que integra todos estos aspectos, el
ambiente y la genética.