Un equipo de Estados Unidos descubrió que las personas que
consumen la mayoría de los frutos secos, como almendras, nueces de Brasil,
pistachos o nueces, son un 37/46 % menos propensas a ser obesas que
las que consumen poca cantidad de esos alimentos.
Y las que más frutos secos consumen son menos
propensas a padecer un conjunto de factores de riesgo conocido como síndrome
metabólico, que está asociado con un aumento del riesgo de desarrollar
enfermedad cardiovascular y diabetes.
El autor principal, ha sido el doctor Joan Sabaté, de Loma Linda
University, California, donde analizaron la dieta de 803
hombres y mujeres adventistas del Séptimo Día de Estados Unidos y observó que los que más frutos secos consumían
(unos 16 gramos por día) tenían un peso apenas por encima del valor normal que
los que menos frutos secos ingerían o que no lo hacían y tenían sobrepeso y
obesidad.
El IMC promedio de los participantes que más
frutos secos consumían era de 27, mientras que el de los que comían pocos
frutos secos (menos de 5 gramos por día) era de entre 29 y 30.
Además, un tercio de los participantes tenía
síndrome metabólico, es decir, tres o más enfermedades asociadas con el riesgo
de padecer enfermedad cardíaca y diabetes (obesidad, hipertensión, colesterol
elevado y gordura abdominal).
Por cada porción de 28 gramos de frutos secos por
semana, el riesgo de desarrollar síndrome metabólico disminuía un 7 %.