Para bajar de peso, más
que pasar hambre, privarse de todo o sufrir, es importante cambiar los hábitos
insanos, aprender a cuidarse y tener una motivación clara
Adelgazar no es fácil. Es posible y debe lograrse
sin sufrimiento, pero no es sencillo. La dificultad está en cumplir ciertas
normas, que han de ser rigurosas para lograr modificar los hábitos; un gran
cambio que no debe implicar pasar hambre ni
ansiedad, aunque sí requiere esfuerzo.
En este artículo, mostramos los aspectos más importantes que se deben tener en cuenta a la hora de perder peso, según varias Dietistas-Nutricionistas de relevancia en España.
Objetivos realistas para
poder adelgazar
Perder los kilos que
no debimos haber ganado es un
propósito saludable. Y es posible. Como todo lo importante de la vida, no valen
atajos ni trampas. Hay que tener voluntad, saber
cómo hacerlo, acudir a un profesional y estar convencido de que se logrará.
En el proceso se combinan reglas alimentarias, pero también es necesario no
perder la motivación y abandonar hábitos sedentarios.
Antes de nada, hay que negar la expresión "peso
ideal", que solo existe en la publicidad, y marcarse un objetivo
saludable para el cuerpo y para la mente.
Llegará con la
combinación de tres factores: alimentación, deporte y motivación.
En palabras de Elena Piñeiro,
dietista-nutricionista en el Institut Catala de Serveis Medics de Girona,
"toda pérdida de peso corporal se ha de sustentar en tres puntos fundamentales:
alimentación equilibrada e hipocalórica, ejercicio físico continuado y una
relación saludable con la comida".
Bajar de peso: la
importancia de la motivación
La dietista-nutricionista Elena Piñeiro indica que quienes "acaban
el tratamiento dietético de adelgazamiento son las personas que tienen una verdadera
motivación".
El que de manera profunda les ha llevado a tomar la elección de mejorar
la relación consigo mismas a través de cuidar su organismo, aportar equilibrio
a su cuerpo y mejorar su estado de salud a la vez que mejoran su
autoestima.
Asegura que, para lograr adelgazar, "en el fondo se trabaja con una
herramienta imprescindible en el camino hacia la meta: la voluntad". Pasar
hambre suele ser una excusa. Si
no se cae en ella, se refuerza la seguridad en uno mismo en muchos aspectos.
Además, los alimentos menos sanos no quitan más el hambre, solo responden a
la ansiedad.
Ainhoa Alemán, también dietista, confirma que "Cuando una
persona toma medicamentos para controlar la diabetes, el colesterol u otras
patologías, por lo general precisa también aprender a comer, perder peso y
cambiar hábitos, y esto no se consigue con productos, se consigue con
terapia".
La principal motivación en estos pacientes es curar una enfermedad, y no
quieren tomar más medicinas ni productos milagrosos. Por eso, un plan dietético
y de ejercicio es clave.
Su dietista "les guía, no les riñe por cometer
errores; les propone un objetivo
realista cuyo triunfo es
lograr tener una relación saludable con la alimentación", asegura, "y
conseguir que hagan ejercicio".
Cuestión de plazos: medio
año para perder y ganar
Piñeiro, con mucha experiencia y muchos casos diferentes en su haber,
insiste en que "para perder el 10% del peso corporal total se necesitan
entre 3 Y 6 meses de promedio".
Según explica la nutricionista, no se puede generalizar, porque
"cuando hablamos de adelgazamientos de más de 20 kg de grasa, la
recomendación de los organismos más acreditados es que la pérdida ha de ser muy
paulatina (entre 500 g
y 1 kg a
la semana), con el objetivo de dar tiempo al organismo a reorganizarse
metabólicamente y para asegurar que sea un adelgazamiento consolidado, estable
y duradero".
¿Qué es cambiar los
hábitos?
Quererse. Cambiar hábitos es saberse capaz de ser más fuerte que las
debilidades.
Elena Piñeiro asegura que "para adelgazar se necesitan
solo dos cosas: voluntad y ciencia".
La solución del exceso de
grasa corporal pasa por "la disciplina personal, por el orden
en las comidas, por la exploración valiente en busca del origen de la
compulsión, si es que la hay, por la voluntad de ponerse a caminar, nadar o
andar en bicicleta y, en definitiva, por aprender a comer bien, ofreciendo
equilibrio químico al organismo para mantenerse, que es el objetivo".
También Ainhoa Alemán anima a lograr ser más dueño de las propias
decisiones. "Nosotros, por ejemplo, funcionamos con la educación
nutricional como guion. Y así, nos valemos de láminas para reconocer los
alimentos saludables y las cantidades saludables. Rompemos creencias muy
profundas que no se cuestionan porque se
creen ciertas, cuando no lo son", asegura.
Es difícil cambiar
costumbres, pero tiene una ventaja: "Cuando un hábito saludable se impone
al que te ha provocado una enfermedad, gana. Los dos no pueden convivir, hay
que destruir el malo".
El hambre no existe
La sensación de vacío en el estómago por falta de nutrientes es remota.
Pasar hambre cuando se está a dieta no es verdad. Por tanto, cabe analizar las
sensaciones: aburrimiento, ansiedad, compulsividad, estrés, recuerdos...
Sí que
en muchos casos hay que reducir cantidades porque las que se ingerían eran
excesivas e innecesarias (muestra de ello es que se convertían en reservas, en
kilos de más, en grasa sobrante y nociva).
Pero, igual que comer bien adelgaza
y engorda comer mal, comer bien no da hambre, y comer mal, sí.
No hay que renunciar al placer de unos platos ligeros y sabrosos que se
pueden compartir con los demás, asegura Piñeiro. Hay que disfrutar
comiendo, ejercitando y satisfaciéndose por ser uno mismo el
procurador de la salud.