Desde los productos que se pudren en los camiones de reparto hasta las raciones excesivas de los restaurantes, la cantidad de comida que desperdiciamos es enorme.
Según expertos del Instituto de Investigaciones sobre Impacto Climático de Potsdam, el despilfarro medio por día y por persona ha aumentado desde 310 kilocalorías en 1965 hasta 510 en 2010. Eso viene a ser como haber estado echando seis manzanas a la basura cada día, y ahora tirar diez. Según los investigadores, en 2050 la cifra podría llegar a las 850 kilocalorías.
Dado que es imposible calcular con exactitud cuánta comida se desperdicia, los expertos se valieron de un indicador auxiliar: el excedente alimentario; es decir, la diferencia entre la cantidad de comida que un país produce o importa para su consumo y el total de calorías que necesita la población.
Tras hacer números para 169 países (el 98 por ciento de la población mundial), obtuvieron que, en 2010, el año más reciente del que hay datos, la cantidad de comida disponible en el mundo superaba en un 20 por ciento a la necesaria para alimentar a todos los seres humanos.
Los investigadores observaron que, en general, cuanto mayor era el nivel de vida de una nación, más comida se derrochaba. Los resultados aparecieron publicados el pasado mes de abril en Environmental Science & Technology.
¿De veras va a parar toda esa comida sobrante a la basura? No necesariamente, explica Prajal Pradhan, geoecólogo y uno de los autores del trabajo. Por un lado, la gente suele comer más de lo que necesita (un cálculo a su vez complejo y subjetivo); por otro, algunos residuos se aprovechan para alimentar al ganado. Por tanto, es probable que el estudio exagere la cantidad de comida que se derrocha, si bien Pradhan matiza que su cálculo tuvo en cuenta las variaciones en los datos de peso corporal con el objetivo de compensar, al menos en parte, el hecho de que hay personas que, sencillamente, comen demasiado.
Con todo, esa sobreestimación no debilita el resultado del estudio, asegura Matti Kummu, profesor de ingeniería civil y ambiental de la Universidad Aalto, en Finlandia, quien no participó en el estudio. «Puede que el excedente alimentario sea una estimación simplista del desperdicio de comida, pero no es una mala estimación.»
Que se produzca más comida de la necesaria tiene, por otro lado, un aspecto positivo: si todos esos alimentos no acabasen en la basura, sería posible alimentar a los 9000 millones de personas que se calcula que poblarán el mundo en 2050 sin necesidad de lograr heroicos aumentos en la producción agrícola.