El aumento de la obesidad, diabetes,
cáncer y enfermedades cardiovasculares, entre otras no transmisibles, responde
a la elevada ingesta de productos industriales y ultraprocesados, aseguraron
especialistas en nutrición, que parafrasearon el concepto de "efecto
invernadero"
"Lo que somos, lo que los
médicos llamamos el fenotipo, es el producto de la interacción entre los genes
y el ambiente. Hoy sabemos que hay cada vez más obesidad, diabetes, cáncer,
alzheimer y otras muchas enfermedades no transmisibles, es decir, que no se
contagian", explicó el médico nutricionista Julio Montero.
"Estas enfermedades y
respuestas inadecuadas en el organismo no pueden ser atribuidas a cambios
genéticos ya que según estudios de especialistas, la posibilidad de que haya
cambios genéticos en 2000 años es del 0,005%, mientras que los cambios
ambientales son evidentes".
Montero disertó en la Cátedra de
Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la Facultad de Medicina de
la UBA con motivo del Día Mundial de la Salud.
El especialista, asesor científico
del Centro de Asistencia, Docencia e Investigación de la Sociedad Argentina de
Obesidad y Trastornos de la Alimentación (SAOTA), describió que "en los
últimos 200 años con la revolución tecnológica e industrial se produjo una
modificación tremenda de la alimentación".
"Pasó de una alimentación
natural en base a tejidos orgánicos a los productos industriales, mezclas y
polvos ultraprocesados a los cuales nuestros genes no están
acostumbrados", agregó.
Montero se refirió a la influencia
cultural, al explicar que "el año pasado en una revista que viene con un
diario de tirada nacional, había una nota sobre 'colaciones sanas y al paso' y
cuando uno miraba la foto lo que veía eran todos productos industrializados,
que no guardan la armonía ni la relación con nuestros genes como para que
nuestro organismo pueda responder adecuadamente".
"Hemos pasado del 'efecto
invernadero' al 'efecto engordadero' porque somos cautivos. Es muy difícil
alimentarse distinto cuando el modelo alimentario nos impregna, nos persigue y
se refuerza con mala información", sostuvo.
En Argentina se consumen 185 kilos
de productos ultraprocesados por habitante por año, según los últimos datos
difundidos por la OPS/OMS, mientras Montero precisó que cada persona ingiere
anualmente un promedio de 18 kilos de galletitas con carbohidratos y grasas
agregadas, además de aditivos.
"Esta combinación de grasas
no se encuentra en ningún producto de la naturaleza por lo que su consumo no
está contemplado en nuestros genes, además de que los aditivos no tienen
ninguna función nutricional", concluyó el especialista.
"El
origen causal de la obesidad es el consumo de productos ultraprocesados"
En 2005, el 14,6% de la población
argentina era obesa; ocho años después, la proporción ascendió a 20,8%, lo que
representó un incremento porcentual de 42,5%.
Sebastián Laspiur, consultor sobre
Enfermedades no Transmisibles de la OPS/OMS, advirtió que hay "un
incremento acelerado de la obesidad con todas las consecuencias que esto
implica desde lo metabólico, pero también desde lo psicológico y social, de
hecho en Argentina un estudio determinó que las personas obesas tiene doble de chance
de tener depresión".
El especialista afirmó que
"el origen causal de la obesidad es el consumo de
productos ultraprocesados" e introdujo la responsabilidad del Estado y
organismos internacionales como reguladores de la oferta ya que, aseveró,
"el consumo de los ultraprocesados aumenta a medida que los países tienen
menos regulación".
"Es por esta causa que se
habla de que la obesidad es una 'epidemia comercial'; hay influencias muy
claras del mercado para el consumo de productos ricos en azúcar, grasas, sal,
muy adictivos, que pueden permanecer mucho tiempo en góndolas y tienen mucha
rentabilidad", afirmó.
En este contexto, "los
patrones de consumo no tienen que ver sólo con la decisión individual sino con
las intervenciones efectivas en la regulación del mercado que puedan hacer los
Estados. Si dejamos al mercado sin regulación, nada dice que vamos a detener
esta curva creciente de obesidad", apuntó Laspiur.
En relación a las medidas que el
Estado puede tomar para mejorar la alimentación, tanto Montero como Laspiur
mencionaron el sistema de colocación de "sellos" negros en el frente
del producto que adviertan a los consumidores sobre si contiene exceso de
azúcar y grasas, tal como está implementado Uruguay, y cuya experiencia fue
expuesta en la charla por María Rosa Curuchet, presidenta de la Asociación
Uruguaya de Dietistas y Nutricionistas.
"El sistema de sellos
frontales permite, además de alertar al consumidor, una clasificación clara de
los productos. Por ejemplo, en Chile los productos con estos sellos no pueden
ser vendidos en los kioskos escolares ni tener publicidad destinada a niños",
describió Laspiur