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jueves, 13 de febrero de 2020

COMER MAL EMPEORA LA MEMORIA, EL RAZONAMIENTO Y LA CAPACIDAD PARA DECIDIR



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Una persona puede llegar a comer hasta 70.000 kilos de alimento a lo largo de su vida. La diferencia entre una dieta sana y otra repleta de comida basura marcará algunas diferencias visibles, como el perímetro de su cintura, y otras menos que, sin embargo, determinarán su calidad de vida. «La gente no es consciente porque sus efectos son difíciles de medir, pero comer mal empeora la memoria, el razonamiento e incluso la capacidad para decidir», afirma Antonio Escribano, el médico especialista en endocrinología y nutrición que acaba de publicar Dieta para el cerebro(Espasa).




«No le damos demasiada importancia al cerebro, pero si no está engrasado no funciona como debe. La gente piensa que es que son así, que ya no razonan como antes, que es normal que estén cansados o que no tengan un lenguaje fluido… pero es culpa de la alimentación y se puede evitar», afirma Escribano.
La buena noticia, según este médico, es que el problema se puede revertir: «Por supuesto que se puede recuperar, el cuerpo es como un coche, si recibe lo que necesita funcionará mejor, se espabilará».

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La alimentación «es bioquímica, no filosofía»

Más allá de las tendencias – Escribano opina «del realfood lo mismo que del realwater, que son los alimentos de toda la vida»-, Escribano afirma que «la alimentación no es filosofía, es bioquímica. El organismo necesita los alimentos para funcionar y el cerebro los utiliza para desarrollar su estructura y mantener su funcionamiento. Si no los recibe, no funcionará bien».




Por ello, el experto critica también «la moda de la alimentación selectiva. Elegir no tomar carne o leche… cuando muchos de los nutrientes que aportan son fundamentales. Por ejemplo, la leche es la fuente principal de triptófanos, esenciales para producir serotonina, que se evitan pero luego son el principal componente del prozac [un antidepresivo], que es precisamente un inhibidor selectivos de la recaptación de serotonina».
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Y es que no solamente la alimentación influye en la memoria, el razonamiento o la capacidad de decidir, explica el autor de Dieta para el cerebro, sino también «en el estado de ánimo y la conducta». «La gente se asombra cuando se entera en qué influye la alimentación, por ejemplo en la relajación o la agresividad», añade.
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Qué alimentos tomar para alimentar bien al cerebro

Tal como refleja en su libro Escribano, muchas moléculas y sustancias favorecen el funcionamiento del cerebro y están presentes en muchos alimentos. Estos son los principales y lo importante es tomarlos dentro de una dieta equilibrada:
·       Pescados azules: salmón, caballa, atún…
·       Mariscos: gambas, langostinos, almejas…
·       Carnes: rojas y blancas
·       Verduras: brócoli, tomates, zanahorias, apio, remolacha, espinacas, ajo, guisantes, pimiento rojo, acelgas, espárragos…
·       Frutas: manzana, plátano, aguacate, uvas, kiwi, piña…
·       Frutos rojos: arándanos, moras, frambuesas, cerezas, fresas…
·       Frutos secos: nueces, almendras, avellanas, anacardos…
·       Frutas desecadas: uvas pasas, orejones, ciruelas secas, dátiles…
·       Cereales integrales: avena, germen de trigo…
·       Lácteos: leche y yogur.
·       Semillas: de calabaza, girasol, soja, chía…
·       Legumbres: garbanzos, judías, lentejas, quinoa, alubias rojas…
·       Chocolate negrro, café, cúrcuma
·       Huevos
·       Aceite de oliva
·       Agua

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Alimentos y otros enemigos de nuestro cerebro

El principal enemigo alimenticio del cerebro es, según Escribano, «el azúcar. El cerebro no puede vivir sin glucosa (azúcar) pero si tiene demasiado tampoco. Hace 100 años cada persona tomaba unos 10 o 12 kilos de azúcar al año. Hoy son cinco veces más. Y no es el azúcar del sobre, es el de los alimentos procesados, las harinas…». El azúcar es, junto a las grasas trans, los principales alimentos a evitar para mantener sano el cerebro».
«Y, por supuesto, el alcohol y el tabaco. Antes se decía lo de una copita de vino, pero desde hace tiempo sabemos que ninguna cantidad es buena para la salud. Desde la primera gota y desde el primer cigarro», explica el doctor en Medicina, «una persona que ha bebido mucho en su juventud, con los años tendrá menos capacidad intelectual de la que hubiese tenido sin beber. El problema es que medirlo es imposible, pero el problema existe».

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Mejor, sin complementos alimenticios

El médico no es partidario de los complementos alimenticios, «a no ser que exista un déficit pero aún así la primera opción es mejorar la alimentación, que además funciona en la gran mayoría de los casos».
Y es que, como algunos estudios han apoyado, «el organismo entiende bien los nutrientes cuando vienen en los alimentos. Cuando se toman en complementos no se absorben igual», explica Escribano.
En definitiva, Escribano – que también incluye en el libro algunas recetas concretas – apuesta por una alimentación «equilibrada como una partitura de música, cada elemento en su dosis adecuada y con mesura. Hay que comer de todo, pero poco», concluye.

Fuente: El Independiente